El rumor de los silencios.

Siempre es bueno tener miedo. El miedo y el dolor nos demuestran que estamos vivos.

lunes, 15 de octubre de 2012

El llanto de los palos de luz. Emilio Peño Luengo. (Padre)

Nació en el monte, acompañado de robles, encinas alcornoques, enebros, amapolas y demás flores. Con el frío, la lluvia, la nieve y el fuerte viento del norte que duramente azota la alameda con sus chirridos de las hojas. Qué tristes noches para estos pinos tan jóvenes. Fueron pasando los años y ya se pusieron grandes. El bonito paraje directo a la tala y conducidos por los hombres a los aserraderos. Eran trasladados en camiones, trenes y barcos. Fueron juntos durante mucho tiempo pero llegó el día en que los tenían que separar, y de uno en uno los dejaban. Hicieron unos barrancos, quizá de un metro o más, los pusieron muy derechos para poder sostener aquellos cables que tantas noticias dieron. Casamientos, nacimientos, banquetes, etcétera. Fuentes y ruiseñores que salen de los festines, no tan buenas, guerras, miserias, hambre, terrorismo y otros males. El tiempo fue transcurriendo y fueron desapareciendo, ahora vas por la carretera y los ves sin cables y sin higueras, solamente se ve de vez en cuando unos aislados de otros. Qué tristes se ven sus profundos agujeros que los hombres les hicieron cuando los reparaban. La historia se le tiñó para siempre de tristeza al joven pino que nació en la sierra.

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